Crítica de Superman Returns en 2009
Aprovechando el estreno de Superman, de James Gunn, y antes de poner mi crítica sobre la película, me gustaría rescatar una crítica sobre Superman Returns que he encontrado entre las publicaciones que tenía en mi antoguo blog:
A pesar de haber compartido en su día noticias y vídeos sobre el estreno de Superman Returns, nunca llegué a hacer públicas mis impresiones sobre la película. Y tras varias revisiones —incluida una en IMAX 3D—, creo que ya tengo una visión bastante clara de sus aciertos… y sobre todo, de sus errores.
Diré lo que pienso sin tapujos: la película me cansa. No es por haberla visto demasiadas veces —puedo ver Superman: The Movie en bucle durante horas sin aburrirme—. El problema es que Superman Returns sólo logra mantenerme interesado durante sus primeros 30 minutos, hasta que Superman salva el avión. Después de eso, la historia se diluye, y el arranque de Lex Luthor se hace especialmente pesado.
1. El traje nuevo: el gran error visual
Para mí, el fallo más evidente de la película es el traje. Los colores apagados —ese rojo oscuro, el azul plomizo, y un amarillo que más bien parece mostaza— hacen que no imponga visualmente. Casi todas las escenas de acción se desarrollan de noche, con lluvia o en una ciudad sin luz, lo cual no ayuda.
El traje parece más centrado en marcar los músculos del actor que en transmitir iconografía heroica. En comparación con el traje de Christopher Reeve —simple, con el escudo grande, sin músculos falsos—, este nuevo diseño resulta recargado y hasta ridículo. Escuditos por todas partes, botas personalizadas, texturas innecesarias… ¿Quién le diseñó eso a Superman? ¿Un influencer de moda?
Reeve era Superman. Su interpretación hacía que olvidaras el traje. Te fijabas en su rostro, en su carisma, en cómo alternaba entre la timidez de Clark Kent y la firmeza de Superman. Aquí, el traje roba demasiado protagonismo… y no para bien.
2. Desconocimiento de la mitología de Superman
Da la impresión de que el director no conoce ni respeta la mitología del personaje. Lex Luthor aparece acompañado de unos secuaces sin gracia ni peso narrativo, que solo sirven de comparsa. Se echa de menos el carisma del Otis original, su comicidad, su música.
Y aunque la película intenta introducir novedades —como Lois Lane viviendo con otra pareja y con un hijo que resulta ser de Superman—, estas ideas rompen la esencia del personaje. Le han colocado un hijo al héroe de forma torpe, dejando a la saga en un callejón sin salida.
El guion es plano. No ofrece material para secuelas, ni invita al espectador a imaginar futuros cruces o ramificaciones. Todo lo contrario que las películas de Marvel, que logran conectar con los fans con referencias, cameos y semillas para futuras tramas. Aquí, lo único es una mención fugaz a Gotham en un telediario. Poco más.
Sí, se agradecen algunas referencias visuales al cómic —la famosa frase «¿Es un pájaro? ¿Es un avión?» incluida con acierto— y ciertas imágenes icónicas. Pero los extras y entrevistas del director muestran un preocupante desconocimiento del personaje. Por ejemplo, la escena del ascensor, en la que Clark deja su ropa en el hueco, lleva a discutir si Superman guarda la ropa en la capa… y se lo toma a broma como si se le hubiese ocurrido a él. La realidad es que la capa tenía un propósito lógico en los primeros cómics: ayudar a planear cuando Superman no volaba aún, sino que daba grandes saltos. Fue con la versión de dibujos la que optó por el vuelo por lógicas facilidades. Y sí, la capa podía guardar la ropa de Superman en algunas historietas. No se te ha ocurrido a ti.
3. Clark Kent es un bobo… y no debería
Brandon Routh no lo hace mal. Tiene cierto parecido físico con Reeve y, con un buen enfoque, podría haber sido un gran Superman. Pero el Clark Kent que presenta la película no tiene carisma ni profundidad. Es prácticamente invisible, como pretendía ser, y eso es correcto, pero no debería asustarse por un cartón con el cuerpo de Perry White, escondido en un cuartillo donde guarda su maleta. (Eso es otra, se presenta en la redacción del Planet, tras unos meses desaparecido en combate, y con la maleta, como si no tuviera una casa donde dejarla antes).
La escena en el bar con Jimmy Olsen lo retrata como un amigo tonto, en lugar de un periodista tímido pero brillante. En los cómics, Jimmy admira a Clark. Lois lo respeta como competidor. Aquí, apenas tiene diálogos, no se desarrolla su carácter.
Clark Kent no debe ser un bufón. Es la máscara de Superman, sí, pero una máscara inteligente.
4. Superman no es Jesucristo
El paralelismo entre Superman y Jesucristo está demasiado subrayado. La película llega a representar su sacrificio casi como una crucifixión literal, brazos en cruz incluidos, y una «resurrección» tras varios días, sin testigos. Es un simbolismo tan forzado que chirría.
Los creadores originales del personaje eran judíos, y es muy probable que no estuviesen del todo cómodos con esta interpretación tan cristológica. De hecho, Superman podría entenderse más como un Mesías inspirado en la tradición judía, una figura salvadora desde otra perspectiva, y no una representación directa de Cristo.
Veredicto final: suspenso
Superman Returns es un intento fallido de continuar el legado del personaje. No llega a las cotas de vergüenza ajena de Superman IV, pero tampoco ofrece nada que justifique su existencia más allá de una buena escena —la del avión— y alguna secuencia vistosa en IMAX 3D.
Una oportunidad perdida. Una visión errónea. Un Superman sin alma.